El inicio de una intervención logopédica dependerá del grado de gravedad del retraso.
En general, se aconseja iniciar la reducación lo más pronto posible. En algunos casos, concretamente en el de los niños más pequeños, se puede empezar dando a los padres las instrucciones pertinentes y en estos casos se harán revisiones cada tres meses. Si la evolución no fuese la esperada, se iniciará la reducación, cuya duración dependerá de la edad y de la capacidad de colaboración del niño o niña.
Generalmente es en el inicio de la escolaridad cuando se empiezan a apreciar los primeros síntomas de que alguna cosa no va bien. En el caso de los niños y niñas que presentan retraso de lenguaje, mi consejo es dejar pasar de tres a cinco meses para poder evaluar el efecto de la relación en la evolución del lenguaje, ya que la estimulación que recibe por parte de los profesionales del centro escolar y la socialización con sus iguales, generalmente suele producir mejoría.
En todo plan de intervención hay tres requisitos importantes que hay que tener en cuenta: la flexibilidad, el juego y la espontaneidad, importantísimos para generar motivación.
El primer paso para una intervención logopédica es la evaluación, puesto que el éxito del tratamiento dependerá en gran medida de la evaluación y de sus criterios diagnósticos. Evaluar el lenguaje supone determinar el nivel de eficiencia en el habla, la lengua y la comunicación, en función de la capacidad cognitiva, auditiva, neurológica o emocional.
Para realizar la evaluación del lenguaje es preciso contar con un especialista bien formado y que tenga amplios conocimientos sobre:
- * Los sistemas del lenguaje y la comunicación.
- * El desarrollo cognitivo e intelectual del niño y la niña.
- * La adquisición y el desarrollo del lenguaje y de la comunicación en el niño/a; su secuenciación y alteración.
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