Los celos infantiles son una reacción negativa, una emoción desagradable presente en los niños que sienten una pérdida de afecto, como puede ser por la llegada de un nuevo miembro a la familia. Hasta cierto punto la experimentación de estos celos es normal ya que el niño debe adaptarse a una nueva situación, a una nueva convivencia y debe aprender que ya no es centro de atención de la familia, especialmente de sus padres. Esta reacción que se puede considerar normal en la mayoría de las situaciones por todo lo que emocionalmente le supone al niño, puede complicarse y desencadenar conductas patológicas, obsesivas que desencadenaran estrés y comportamientos que antes el momento eran poco habituales.
Cuando los niños atraviesan por esta etapa, que podríamos denominar de confusión, generalmente manifiestan actuaciones agresivas hacia sus compañeros de clase, sus compañeros de juegos, sus padres pero especialmente hacia el bebé.
No quieren comer, se convierten en niños desobedientes, oposicionistas, se hacen pipí con cierta frecuencia y son totalmente hostiles con sus padres, especialmente con la madrea la que hacen sentir culpable del nacimiento del nuevo hermano.
Es probable que realicen una regresión y manifiesten conductas infantiles ya superadas, hay niños que vuelven a pedir el biberón, quieren usar chupete, hablan utilizando un lenguaje poco apropiado para la edad que tienen y pueden llegar a negarse a ir al colegio por la ansiedad que les produce alejarse de sus padres.
Otras conductas comunes pueden ser las rabietas, la falta de atención o desinterés, la apatía, malestar general, dolor de cabeza o de estómago, llanto continuo sin motivo y alteraciones en el sueño.
Cuando un niño deja de ser el centro de atención, suele aparecer lo que se denomina el síndrome del príncipe destronado. El niño experimenta estrés, ansiedad, desasosiego, angustia... en estos casos es fundamental la ayuda de los padres, aunque para ellos no es nada fácil afrontar la situación. La recomendación es actuar siempre des de la calma, lo más natural posible, dialogando con nuestro pequeño, acogerle cuando lleve los celos al extremo, hacerle comprender que tiene un espacio propio en casa, aceptar con naturalidad las posibles regresiones y no ser especialmente sensibles a las llamadas de atención.
Como todo en esta vida representa una enseñanza, debemos pensar que en cualquier caso estas situaciones conflictivas y desagradables tanto para el entorno como para el propio niño, aleccionaran a los más pequeños y en futuro les ayudará a resolver con cierta naturalidad y fortaleza problemas que se irán encontrando a lo largo de su vida, representando para ellos una buena oportunidad para aprender.
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